lunes, 19 de marzo de 2007

En la niebla (6)

El teléfono despertó a Duncan, le costó un poco situarse, estaba en Hong Kong, en una suite, en un hotel cerca del aeropuerto, con Denise, la mujer de su socio. Dormía en aquella inmensa cama, y una de sus manos estaba sobre el pecho de Denise, ella parecía dormida. Notaba a través de la tela de la chaqueta de aquel pijama, que por alguna extraña razón ella se había empeñado en ponerse, el suave latido de su corazón.

Silencio. Iba a volver a la cama cuando la melodía de su móvil volvió a sonar, pudo oír como estaba vibrando sobre la mesita de cristal, junto al sofá. Contestó al teléfono y escuchó la voz de su joven socio—: Duncan, recibí tu mensaje. ¿Qué ha pasado?

—Niebla. Estamos atascados en… el hotel… ni idea... está junto al aeropuerto.

—He llamado a Denise, ¿puedes avisarla? Se ha dejado el móvil apagado. Y eso que le digo que se lo deje encen…

—Son las 3 y 26 —le interrumpió. En momentos como aquel realmente pensaba que Liam era imbécil—… de la madrugada, Liam.

—Perdona. No recordé la diferencia horaria.

Duncan se quedó callado. Encendió un cigarrillo mientras esperaba que Liam dijese lo que realmente quería decirle. Esperaba mil excusas que le justificaran.

—¿Te he despertado? —Liam se acobardó. Su padre le había dicho alguna vez que Duncan no tenía muy buen despertar. No sabía por donde salir, así que lo intentó a la desesperada—… ¿Qué tal está Denise? He llamado a su teléfono pero debe estar apagado.

—Tranquilo, me comporté, no la he esclavizado. Se encontró con una vieja amiga así que, PERMITÍ que bajara a cenar con ella —no sabía si esa conversación, cada vez más ilógica y absurda, le divertía o le aburría.

—¿Una vieja amiga?

—Sí. Maya no sé qué…

—No conozco a ninguna Maya —se quedó callado un momento antes de volver machaconamente al tema anterior—. No la entiendo… le digo que se deje el móvil encendido, que tiene que estar localizable y lo apaga.

—Está claro que es más lista que yo —murmuró sin preocuparse demasiado por si Liam le había escuchado o no—. Me voy a dormir. Llama mañana.

—Dile a Denise que encienda el móvil.

La vena sádica de Duncan se encendió del todo—: Tanaka está alojado también en este hotel.

—¿Tanaka?

—Sí, Patrick Tanaka, os conocisteis el año pasado, en Shanxi, ibas con tu mujer. O eso le entendí. Por cierto ¿cómo sigue tu brazo?

—Llamaré mañana —y colgó.

—¿Liam? —un gruñido precedió a la figura somnolienta que apareció en el marco de la puerta.

—No.

—¿Nos vamos?

—Era Sandra, mi secretaria, que no conoce eso de los husos horarios. Vuelve a la cama.

Denise se quedó plantada junto al sofá—: Era Liam. ¿Por qué no me pasaste el teléfono?

—¿Y cómo se lo explico? “Hola Liam, sí, tu mujer está aquí conmigo, deja que saque la polla de entre sus piernas y te paso el teléfono. No te preocupes, hemos usado protección.” Debería dormir en el sofá —se sintió como un imbécil.

—Es incómodo. Ven a la cama, es grande.

—Estoy cansado.

—Prometo no violarte. Vamos… —tiró suavemente de su mano haciéndole entrar en el dormitorio. Denise se echó a un lado y dejó que Duncan se echara en el otro—… es grande, no me tienes ni… que rozar…

No hay comentarios: