jueves, 24 de mayo de 2007

Humpe


Leí hace tiempo una colección de cuentos diversos que sacó Anaya. Entre ellos estaba “Cuentos suecos” tengo un vago recuerdo de aquello que leí. Había tristes historias sobre trolls que querían desesperadamente ser humanos y que de vez en cuando elegían la peor forma para conseguirlo. Las ilustraciones que acompañaban a las diferentes historias eran obra de un ilustrador sueco, John Bauer. Recuerdo sus trolls, y parece que no soy la única. Navegando he conseguido rescatar su “Amor de madre” el dibujo que ilustraba la historia del pequeño troll Humpe. Humpe fue despreciado en el mundo troll por su aspecto demasiado humano, pero para su madre era el troll más hermoso del mundo. Era su pequeño troll.

martes, 15 de mayo de 2007

En la niebla (11)

—Hola Duncan.

Su voz le sacó del trance. Estaba apoyado en la barra del bar, con una copa de vino blanco en la mano, mirando a aquel mare mágnum de gente al que le gustaría poder hacer desaparecer. No le apetecía nada estar allí. Si al menos hubiera podido llevar a Sabrina… le había dejado un mensaje en el contestador, creía recordar que volvía esa noche. Por una vez, no aparecer solo en el cumpleaños de Maggie. Nunca antes su soledad elegida le había resultado tan molesta.

—No pensaba venir.

—Lo sé.

Duncan imaginó que ella sonreía o eso le pareció por el tono de su voz. Estaba a su lado pero no demasiado cerca, parecía que tuviera miedo de tocarle. No podía verla, sólo conseguía medio vislumbrarla con el rabillo del ojo. Parecía llevar aquella misma camisa blanca y olía a… recordaba ese olor… violetas.

—Gracias por ayudar a Maggie con el regalo.

—Me devolviste el CD —no pudo contenerse, le había molestado más de lo que le gustaba admitir. Se giró y la miró directamente a los ojos, pero su mirada bajó hasta su camisa, si, parecía la misma camisa.

—Te lo regaló tu padre.

—¿Cómo lo sabes? —era cierto su padre se lo había enviado por su cumpleaños. Era el último regalo que había recibido de él. Había muerto al año siguiente, antes de su cumpleaños.

—Hay una dedicatoria en una de las páginas, junto a la letra de “Refugee” —vio aquel gesto en la cara de Duncan de no saber de que le estaba hablando. Sonrió—: Así que tampoco leíste la mía.

—¿Dónde la escribiste?

Ella se acercó a él hasta tocarle, apoyó su mano sobre su antebrazo se puso de puntillas y le dio un beso en la mejilla—: Me llaman.

Duncan estiró la mano con rapidez y atrapó el brazo de Denise reteniéndola a su lado antes de que pudiera alejarse. No sabía que decirle, se había quedado en blanco—: Feliz cumpleaños, Nissi. —lo recordó de repente. Era su cumpleaños.

—Gracias —sonrió y su cara se iluminó, se acercó a él se puso de puntillas, le besó suavemente en la comisura de los labios y se fue. Liam la esperaba.

En la niebla (10)

Denise salió del coche sin esperar a Liam. Subió el par de escalones de la entrada del restaurante, dejó el abrigo en el ropero y siguió las indicaciones del maître hasta la mesa que habían reservado. Maggie la saludó con la mano desde la mesa para que se acercara, Max estaba desaparecido, Denise supuso que estaría ocupado junto a la barra del bar —: Feliz cumpleaños, Maggie.

—Estás muy guapa. Siéntate.

—Gracias. Tu hijo no piensa igual. Recibí el paquete.

—Bueno querida, mi hijo es idiota. Es mi hijo, pero es idiota, por supuesto todo es culpa de la familia paterna. ¿Te gustó?

—Me encantó.

—Me alegro, la verdad es que no sabía que regalarte, tuve suerte de que Duncan me sugiriera que te lo comprara.

—¿Duncan? —hacia cuatro meses que no le había visto. El último recuerdo que tenía de él… le costaba recordar… Heathrow… llovía… no habían hablado en Hong Kong, su primer recuerdo aquella mañana había sido el sonido de la ducha, y poco después había sentido sobre su piel la calida caricia del sol. La niebla se había disipado. Y eso, extrañamente, la entristeció. Él lo había dejado muy claro, era sólo sexo. Diversión entre dos seres adultos…

—Sí. Pensé en comprarte la discografía entera, pero parece que sólo tienen ese disco.

—Gracias.

—Gracias por las flores, las recibí en mi despacho, eres un sol. Tienes una cara muy rara, ¿ha olvidado tu cumpleaños?

—Da igual.

—Mi hijo es un pelín idiota. Salió a su abuela, paterna por supuesto —Denise soltó una carcajada—. Me gusta más verte así. Estás mucho más guapa cuando te ríes —se puso en pie, llegaban más invitados—. Tengo que dejarte. Llega más gente, ahí está Greta.

—Max… —refunfuñó a su suegro que acababa de aparecer como por ensalmo. Odiaba las multitudes y esa “pequeña” fiesta no parecía ser tan pequeña.

—Te dije que seríamos unos seis o siete… —se sentó a su lado ocupando la silla que Maggie acababa de dejar vacía—… puede que me quedara corto.

—¿Puede? —sonrió divertida. Sentía debilidad por su suegro—. ¿Qué vas a pedirme?

—Me conoces demasiado bien. Habla con Duncan.

—¿Está aquí?

—Acaba de llegar —señaló la barra del bar–. ¿Le ves? Sigue enfadado con tu marido.

—No es el único —murmuró creyendo que Max no la estaba escuchando.

—¿Qué ha hecho?

—¿Orden alfabético o cronológico? —una sonrisa amarga se dibujó en su rostro, una sonrisa que Max prefirió pasar por alto.

—Habla con él —señaló a Duncan—, por favor.

—¿Por qué yo? Sois viejos amigos. Te hará caso.

—Denise, —agarró afectuosamente el antebrazo de su nuera—, yo le traicioné.

—¿Le traicionaste?

—No estoy orgulloso de ello.

domingo, 13 de mayo de 2007

música hermosa


Joe Hisaishi del viaje de chihiro

domingo, 6 de mayo de 2007

En la niebla (9)

You said you needed me

Or at least that's what I thought

At times the memories

Seem to be knocking at my door

I've seen the film a million times

Feels like I wrote the storyline

I refuse to replay

The mistakes that we made yesterday

Había puesto el disco, ni siquiera sabía porqué. Estaba en el despacho terminando de vestirse. Max quería que fuera, quería una especie de acto de reconciliación entre su hijo y su socio. Duncan no quería ir, pero sabía que era necesario. Le costaba mirar a los ojos de Liam después de todo lo ocurrido. Y era un mal modo de llevar una sociedad. A veces se preguntaba a sí mismo si le pasaba por aquel intento de OPA o por aquella mujer que olía a violetas.

Le había dicho a Max que no iría, aunque sabía que acabaría haciéndolo. Era el cumpleaños de Maggie, y pasaría lo de todos los años, ella intentaría emparejarle con alguna de sus amigas recién divorciadas y él acabaría la noche inventándose alguna excusa para irse a su casa. Estarían Maggie, también Max, Liam y Denise… Denise… Quizás lo había malinterpretado todo…

No quería ir sólo aquella anoche. Esa noche no. Podía llamar a Sabrina,… no, estaba en París. "Si quieres nos vemos cuando vuelva", le había dicho antes de irse, él sabía que no quería y sabía que Sabrina también lo sabía.

Tenía un recuerdo muy nítido en la cabeza: Denise sentada en la cama, vestida con una falda larga, negra y una camisa blanca y él recién salido de la ducha, cubierto apenas por una pequeña toalla y con gotas de agua recorriendo su espalda…

Ella había subido la falda y él había dejado caer la toalla…

Pero también tenía otro, no tan nítido. Era una frase “¿No te apetezco? Si la noche me ha llevado hasta los pliegues de tu voz…” La recordaba, sabía que la había dicho él. Recordaba haberla dicho durante aquel viaje, pero no recordaba exactamente cuándo. ¿Cuándo había susurrado aquello? ¿En Hanoi? ¿En Shangai? ¿En Hong Kong? ¿Aquella mañana? ¿Aquella noche? ¿Ante la ventana? ¿En la cama? ¿En el desayuno? ¿En el aeropuerto? …

martes, 1 de mayo de 2007

En la niebla (8)

D'ror yikra I'ven im bat
V'yin-tzar-chem k'mo vavat
N'im shim-chem v'lo yushbat


—¿Qué escuchas?

—Oi va voi —Denise se levantó del sillón y apagó el equipo de música. Había aprovechado que Liam tenía que terminar de arreglarse para escuchar el regalo de Maggie. Había mirado varias veces el paquete en el que le había llegado y la tarjeta que lo acompañaba. Sin duda alguna se trataba de la letra de su suegra: “Feliz Cumpleaños, Nissi. Con cariño, Maggie”.

—¿Eh?

—Es el nombre del grupo —se lo quedó mirando, Liam era un hombre muy guapo. Moreno, con esos ojos oscuros que la habían derretido cuando se conocieron, sin embargo hacía tiempo que le faltaba algo cada vez que le miraba. Pensó decírselo, decirle “noto que ya no te quiero como antes”, o recordarle que era su cumpleaños y que él lo había vuelto a olvidar, quizás insinuárselo, dejárselo caer “es el regalo de cumpleaños de tu madre”. Pero se quedó callada y sólo sonrió.

—¿Vas a ir así?

—Sí —se había puesto una camisa blanca y unos vaqueros. Acababa de llegar del trabajo y no había tenido ganas de arreglarse más. Además, se trataba de una especie de cena familiar. No llegarían a diez invitados, o eso le había asegurado Max por teléfono.

—Es el cumpleaños de mi madre, Nissi.

—Voy a ir así —lo dijo con una sonrisa serena en los labios que le desarmó completamente. Liam sentía que desde aquella metedura de pata, Nissi había cambiado. Ya no era la jovencita manejable con la que se había casado. No tenía muy claro si sabía o no lo de Greta y lo de mil más como Greta. Pero no parecía tener la intención de perdonarle que no hubiese dado señales de vida cuando ella enfermó en Shangai. Había estado tan ocupado en dar el golpe ganador que había pasado por alto a Nissi. Admitía su culpa, pero ni siquiera había podido disculparse, y de todos modos tenía la impresión de que ni siquiera le escuchaba. Además, como decía su padre, Nissi estaba extrañamente guapa después de aquel viaje. Tenía una mirada más brillante, más intensa. La deseaba cada día más y ella parecía cada día más lejos.

—¿Vas a estar enfadada eternamente, Nissi?

—No estoy enfadada.

—Sé que metí la pata, debí… debería haber ido contigo en vez de haberle endosado el viaje al viejo. Pero tenía cosas que hacer.

—No me escuchas, Liam. No estoy enfadada.

—No has dejado que te toque desde que volviste de Hong Kong —protestó con aquel gruñido infantil que antes a ella le hacía tanta gracia, pero ya nada era igual.

—¿No tienes suficiente con Greta? ¿Susan? ¿Alex? ¿Lorna? ¿Sarah?

—No es lo que tú crees —Denise soltó una carcajada—. No volverá a pasar. Yo…

—Da igual.

—¿Te da igual?

—Si te digo la verdad, sí.

—¿Cómo puedes decir eso? ¿Ya no me quieres? Esto es patético —se dejó caer en la cama.

—¿Qué? —Denise le miraba, le parecía estar viendo a un niño intentando disculparse al verse pillado en una travesura.

—Soy yo quien ha tenido amantes, no tú.

—Yo me acosté con alguien en Hong Kong —lo dijo sin pensar.

—No hace falta que mientas. ¿Con quien te ibas a liar? ¿Con Duncan?

—Sí.

—Serías capaz de decir cualquier mentira —cogió su mano y la besó. Se había casado con ella porque era tan dulce… pero no podía evitar engañarla. No podía. Era superior a él. Necesitaba… necesitaba cosas que no conseguía de ella.

—¿Nos vamos? —se rindió Denise con una sonrisa.