D'ror yikra I'ven im bat
V'yin-tzar-chem k'mo vavat
N'im shim-chem v'lo yushbat
—¿Qué escuchas?
—Oi va voi —Denise se levantó del sillón y apagó el equipo de música. Había aprovechado que Liam tenía que terminar de arreglarse para escuchar el regalo de Maggie. Había mirado varias veces el paquete en el que le había llegado y la tarjeta que lo acompañaba. Sin duda alguna se trataba de la letra de su suegra: “Feliz Cumpleaños, Nissi. Con cariño, Maggie”.
—¿Eh?
—Es el nombre del grupo —se lo quedó mirando, Liam era un hombre muy guapo. Moreno, con esos ojos oscuros que la habían derretido cuando se conocieron, sin embargo hacía tiempo que le faltaba algo cada vez que le miraba. Pensó decírselo, decirle “noto que ya no te quiero como antes”, o recordarle que era su cumpleaños y que él lo había vuelto a olvidar, quizás insinuárselo, dejárselo caer “es el regalo de cumpleaños de tu madre”. Pero se quedó callada y sólo sonrió.
—¿Vas a ir así?
—Sí —se había puesto una camisa blanca y unos vaqueros. Acababa de llegar del trabajo y no había tenido ganas de arreglarse más. Además, se trataba de una especie de cena familiar. No llegarían a diez invitados, o eso le había asegurado Max por teléfono.
—Es el cumpleaños de mi madre, Nissi.
—Voy a ir así —lo dijo con una sonrisa serena en los labios que le desarmó completamente. Liam sentía que desde aquella metedura de pata, Nissi había cambiado. Ya no era la jovencita manejable con la que se había casado. No tenía muy claro si sabía o no lo de Greta y lo de mil más como Greta. Pero no parecía tener la intención de perdonarle que no hubiese dado señales de vida cuando ella enfermó en Shangai. Había estado tan ocupado en dar el golpe ganador que había pasado por alto a Nissi. Admitía su culpa, pero ni siquiera había podido disculparse, y de todos modos tenía la impresión de que ni siquiera le escuchaba. Además, como decía su padre, Nissi estaba extrañamente guapa después de aquel viaje. Tenía una mirada más brillante, más intensa. La deseaba cada día más y ella parecía cada día más lejos.
—¿Vas a estar enfadada eternamente, Nissi?
V'yin-tzar-chem k'mo vavat
N'im shim-chem v'lo yushbat
—¿Qué escuchas?
—Oi va voi —Denise se levantó del sillón y apagó el equipo de música. Había aprovechado que Liam tenía que terminar de arreglarse para escuchar el regalo de Maggie. Había mirado varias veces el paquete en el que le había llegado y la tarjeta que lo acompañaba. Sin duda alguna se trataba de la letra de su suegra: “Feliz Cumpleaños, Nissi. Con cariño, Maggie”.
—¿Eh?
—Es el nombre del grupo —se lo quedó mirando, Liam era un hombre muy guapo. Moreno, con esos ojos oscuros que la habían derretido cuando se conocieron, sin embargo hacía tiempo que le faltaba algo cada vez que le miraba. Pensó decírselo, decirle “noto que ya no te quiero como antes”, o recordarle que era su cumpleaños y que él lo había vuelto a olvidar, quizás insinuárselo, dejárselo caer “es el regalo de cumpleaños de tu madre”. Pero se quedó callada y sólo sonrió.
—¿Vas a ir así?
—Sí —se había puesto una camisa blanca y unos vaqueros. Acababa de llegar del trabajo y no había tenido ganas de arreglarse más. Además, se trataba de una especie de cena familiar. No llegarían a diez invitados, o eso le había asegurado Max por teléfono.
—Es el cumpleaños de mi madre, Nissi.
—Voy a ir así —lo dijo con una sonrisa serena en los labios que le desarmó completamente. Liam sentía que desde aquella metedura de pata, Nissi había cambiado. Ya no era la jovencita manejable con la que se había casado. No tenía muy claro si sabía o no lo de Greta y lo de mil más como Greta. Pero no parecía tener la intención de perdonarle que no hubiese dado señales de vida cuando ella enfermó en Shangai. Había estado tan ocupado en dar el golpe ganador que había pasado por alto a Nissi. Admitía su culpa, pero ni siquiera había podido disculparse, y de todos modos tenía la impresión de que ni siquiera le escuchaba. Además, como decía su padre, Nissi estaba extrañamente guapa después de aquel viaje. Tenía una mirada más brillante, más intensa. La deseaba cada día más y ella parecía cada día más lejos.
—¿Vas a estar enfadada eternamente, Nissi?
—No estoy enfadada.
—Sé que metí la pata, debí… debería haber ido contigo en vez de haberle endosado el viaje al viejo. Pero tenía cosas que hacer.
—No me escuchas, Liam. No estoy enfadada.
—No has dejado que te toque desde que volviste de Hong Kong —protestó con aquel gruñido infantil que antes a ella le hacía tanta gracia, pero ya nada era igual.
—¿No tienes suficiente con Greta? ¿Susan? ¿Alex? ¿Lorna? ¿Sarah?
—No es lo que tú crees —Denise soltó una carcajada—. No volverá a pasar. Yo…
—Da igual.
—¿Te da igual?
—Si te digo la verdad, sí.
—¿Cómo puedes decir eso? ¿Ya no me quieres? Esto es patético —se dejó caer en la cama.
—¿Qué? —Denise le miraba, le parecía estar viendo a un niño intentando disculparse al verse pillado en una travesura.
—Soy yo quien ha tenido amantes, no tú.
—Yo me acosté con alguien en Hong Kong —lo dijo sin pensar.
—No hace falta que mientas. ¿Con quien te ibas a liar? ¿Con Duncan?
—Sí.
—Serías capaz de decir cualquier mentira —cogió su mano y la besó. Se había casado con ella porque era tan dulce… pero no podía evitar engañarla. No podía. Era superior a él. Necesitaba… necesitaba cosas que no conseguía de ella.
—¿Nos vamos? —se rindió Denise con una sonrisa.
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