viernes, 12 de diciembre de 2008

Flores blancas

Eric se sienta en el suelo. Totalmente erguido. Tiene ante él el sable aún en su funda. Sara y Jules permanecen a distancia. No pueden intervenir. Jules ha dejado su abrigo en el suelo. Ha sacado la katana de la bolsa. La mira. Se pregunta... Deja la mente en blanco.

Eric mira dulcemente a Sara. Siente orgullo. Sara parece entera. Sigue recitando el Sutra. En voz baja. Eric oye como resuena en su cabeza. Le gusta el sonido de la voz de Sara. Siente no contarle a Sara su pequeño secreto. Pero es mejor así. Piensa para ella—: Sigue —en su mente repite aquel pequeño poema zen que le gusta tanto. El de la rana y el estanque—:


Furuike ya
Kawazu tobikomu
Mizu no oto

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