—Hola Duncan.
Su voz le sacó del trance. Estaba apoyado en la barra del bar, con una copa de vino blanco en la mano, mirando a aquel mare mágnum de gente al que le gustaría poder hacer desaparecer. No le apetecía nada estar allí. Si al menos hubiera podido llevar a Sabrina… le había dejado un mensaje en el contestador, creía recordar que volvía esa noche. Por una vez, no aparecer solo en el cumpleaños de Maggie. Nunca antes su soledad elegida le había resultado tan molesta.
—No pensaba venir.
—Lo sé.
Duncan imaginó que ella sonreía o eso le pareció por el tono de su voz. Estaba a su lado pero no demasiado cerca, parecía que tuviera miedo de tocarle. No podía verla, sólo conseguía medio vislumbrarla con el rabillo del ojo. Parecía llevar aquella misma camisa blanca y olía a… recordaba ese olor… violetas.
—Gracias por ayudar a Maggie con el regalo.
—Me devolviste el CD —no pudo contenerse, le había molestado más de lo que le gustaba admitir. Se giró y la miró directamente a los ojos, pero su mirada bajó hasta su camisa, si, parecía la misma camisa.
—Te lo regaló tu padre.
—¿Cómo lo sabes? —era cierto su padre se lo había enviado por su cumpleaños. Era el último regalo que había recibido de él. Había muerto al año siguiente, antes de su cumpleaños.
—Hay una dedicatoria en una de las páginas, junto a la letra de “Refugee” —vio aquel gesto en la cara de Duncan de no saber de que le estaba hablando. Sonrió—: Así que tampoco leíste la mía.
—¿Dónde la escribiste?
Ella se acercó a él hasta tocarle, apoyó su mano sobre su antebrazo se puso de puntillas y le dio un beso en la mejilla—: Me llaman.
Duncan estiró la mano con rapidez y atrapó el brazo de Denise reteniéndola a su lado antes de que pudiera alejarse. No sabía que decirle, se había quedado en blanco—: Feliz cumpleaños, Nissi. —lo recordó de repente. Era su cumpleaños.
—Gracias —sonrió y su cara se iluminó, se acercó a él se puso de puntillas, le besó suavemente en la comisura de los labios y se fue. Liam la esperaba.
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Se verá...
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