viernes, 30 de mayo de 2008

Desconsuelo

Hace algún tiempo un profesor que tuve me dijo: “te desesperas fácilmente”. Hoy he leído un fragmento del último libro que he comprado, en el que un guerrero samurai (un adolescente de doce años en realidad) descubría el gran enemigo a batir, su gran enemigo, el desconsuelo. Él no temía a la muerte, pero si temía perder lo que más quería.

En realidad lo que más temor le producía era ese pesar, ese manto gris que cae sobre su víctima y le va ahogando hasta que se hace invisible y deja de pesar, pero sigue ahí, es como aquel proverbió chino que descubrí una vez “no puedes evitar que el pájaro de la tristeza vuele sobre tu cabeza, pero sí que anide en ella.”

El desconsuelo se queda, aparece en cuanto tiene un poco de espacio y puede devorar todo lo que haya por hermoso y bonito que sea.

Hay quien es capaz de hacerlo desaparecer, con una simple sonrisa, con una frase, con un “todo irá bien”, con una carcajada, con una historia,… o a veces sirve un simple “Shalom”.

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