Siempre oyes “si no te quieres tu, no te querrá nadie” pero la verdad es que a veces te quieren aunque tu no te quieras. Y el milagro se produce cuando ese alguien quizás tocado por la varita de un mago o por la protección divina o por la diabólica, es capaz de hacerte sentir lo que siente por ti.
Con una mirada de soslayo, ni siquiera directa, un “me gustas” que te llega al cerebro y que tardas en desencriptar. Mensaje recibido… ¿pero qué quiere decir? Pero al final lo logras, aunque ese “me gustas” se convierta al final en un “nunca te lo perdonaré.”
O una mano bajando por tu hombro, alzas la mirada, te cruzas con unos ojos intensos y ves amor “te amo” (a pesar de que te quitaste las gafas y sin ellas ves borroso) y notas el deseo que le produces: “te deseo”. Y sabes que es cierto, y que está ahí.
O unos labios se posan en tu hombro después de haber pedido permiso "¿te importa?" y tú te preguntas ¿Por qué? no tiene porque pedirlo.
O cuando unos pies fríos se cuelan en tu cama y ponen un libro ante tus ojos y con voz infantil te susurran: “¿me lo lees?”.
O cuando una voz susurra una respuesta en tu oído “todo saldrá bien” porque tú, una vez, desesperada, se lo preguntaste.
Ese es un principio… un buen principio, pero sólo un principio.
Con una mirada de soslayo, ni siquiera directa, un “me gustas” que te llega al cerebro y que tardas en desencriptar. Mensaje recibido… ¿pero qué quiere decir? Pero al final lo logras, aunque ese “me gustas” se convierta al final en un “nunca te lo perdonaré.”
O una mano bajando por tu hombro, alzas la mirada, te cruzas con unos ojos intensos y ves amor “te amo” (a pesar de que te quitaste las gafas y sin ellas ves borroso) y notas el deseo que le produces: “te deseo”. Y sabes que es cierto, y que está ahí.
O unos labios se posan en tu hombro después de haber pedido permiso "¿te importa?" y tú te preguntas ¿Por qué? no tiene porque pedirlo.
O cuando unos pies fríos se cuelan en tu cama y ponen un libro ante tus ojos y con voz infantil te susurran: “¿me lo lees?”.
O cuando una voz susurra una respuesta en tu oído “todo saldrá bien” porque tú, una vez, desesperada, se lo preguntaste.
Ese es un principio… un buen principio, pero sólo un principio.
1 comentario:
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