martes, 6 de febrero de 2007

Haan y Magda (fragmento)

Magda estaba sentada junto a la ventana, con la cabeza apoyada sobre la ventana. Llevaba puesta las gafas para no verse deslumbrada por el sol. Y estaba silenciosa. De vez en cuando se sacudía, intentando que no se le durmiera el cuerpo. Haan tardó en darse cuenta de que en realidad no miraba el paisaje, sino que dormía. No entendía como podía dormir, y menos de una forma tan incómoda. La cabeza pegaba saltitos de vez en cuando, provocados por el traqueteo del tren. Cada vez que paraba en una estación, parecía que Magda se iba a empotrar contra el asiento vacío que tenía ante ella.

Haan no quería tocarla. No estaban solos en el compartimento. Una pareja anciana hablaba entre ellos, mientras ella tejía y él liaba laboriosamente un cigarrillo. Junto a la pareja había un hombre que también parecía dormir incómodamente y un niño pequeño dormía a su lado sobre una americana. El hombre dormido tenía una mano puesta en el borde del asiento contiguo, para evitar que el niño se cayese. Haan no les había visto entrar debía estar dormido cuando entraron. Sintió una ternura inmensa y una increíble tristeza a la vez.

—¿En qué estás pensando? —dijo una voz dulce. Haan se quedó paralizado. ¿De dónde provenía aquella voz? Le costó darse cuenta de que la voz provenía de Magda. Estaba tan quieta que no había notado que se había despertado. Tenía los ojos abiertos y miraba el paisaje a través de la ventana.

—Creí que dormías.

—Dormía —Magda se dio la vuelta y miró a Haan. No directamente a los ojos porque sabía que eso le hacía sentirse incómodo. Se sentía mejor después de haber dormido. Pero le molestaba algo el cuello—. ¿No has dormido?

—No.

—Duerme sobre mi hombro —se puso la mano sobre el hombro.

—No puedo.

Magda sonrió sin decir nada. Y volvió a cerrar los ojos. Extendió la mano y la puso sobre la mano de Haan. Haan la retiró pudoroso. No podía evitarlo. Era más fuerte que él. Todos en el compartimento dormían, incluso la pareja se había quedado dormida. Nadie les miraba. Haan acercó su mano a la de Magda. Hasta tocarla, pero sólo rozándola. Para que pareciese un roce casual. Pudo ver la sonrisa que apareció en el rostro de Magda reflejada en la ventana.

Haan no podía dormir. Su cabeza seguía indomable. Conseguía descansar. Apenas eso. Aquel viaje era tan largo, y sería tan cómodo acomodarse sobre el hombro de Magda... Cerrar los ojos... Sentir el pulso de su cuerpo... Eso le tranquilizaba. Relajaba sus músculos, hasta hacerle casi creer que dormía.

—Hemos llegado —avisó Haan poniéndose en pie. Magda llevaba un buen rato despierta. Miraba a través de la ventana.

—Shangai —murmuró Magda con los ojos bien abiertos.

—¿Cuánto tiempo llevabas despierta?

—No estoy segura. Me cuesta leer los carteles —se puso de pie de un salto y se desperezó.

—El tren se va ir con nosotros dentro —bajó las bolsas. Magda se colgó a la espalda su mochila. Y Haan cogió el resto— ¡Vamos!

—Le había cogido cariño al tren—bromeó Magda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que esta parte del camino la disfrutes.

Que los dioses te lleven en la palma de las manos y no te dejen caer.

=)

Besos!