Magda dormía sobre la cama. No se había metido dentro. Llevaba esperando a Haan desde hacía mucho tiempo. Se había ido después de desayunar. Había prometido que llegaría pronto. Pero no estaba. No había querido moverse. Tenía que haber ido a comprar. Pero quería estar cuando llegara.
Se había hecho de noche. Había visto como salían una a una todas las estrellas en el firmamento, y al final se había dormido.
Haan llegó. Abrió la puerta con cuidado. Sabía que era muy tarde. En el reloj palpitaban los números. Las 23:11.
Haan la cogió en brazos, la levantó de la cama y la dejó sobre el suelo con cuidado. Retiró la colcha y volvió a levantarla del suelo. La depositó con cuidado sobre la cama. Cuando la tenía entre sus brazos mientras la ponía sobre la cama, se dio cuenta de todo. Y sintió ganas de llorar.
—Haan —dijo una Magda somnolienta. Se había medio despertado cuando Haan la había cogido en brazos.
—¿Por qué no me dijiste que estabas embarazada? —se había sentado en el borde de la cama y miraba la pared. Se sentía extraño, perdido.
—No sabía como hacerlo.
—¿Probaste con palabras? —se levantó enfadado. Cogió la chaqueta y se fue. Necesitaba pensar. En realidad no estaba enfadado.
Magda cogió las llaves y se metió las zapatillas. Y salió corriendo tras él. Pero Haan le llevaba mucha ventaja. Él conocía la ciudad. Y se perdió entre la gente al dar la vuelta a una calle.
1 comentario:
felicidades, espero que te ayude este blog :)
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