—Buenas noches, Magda —dijo una voz femenina desde la penumbra, al ver que despertaba—. ¿Has dormido bien?
—Sí —¿Quién era ella? Se preguntó Magda aún adormilada.
—Soy Ziyi. Haan se está dando una ducha —salió de la penumbra con una pequeña taza en la mano. Haan había echado las cortinas y bajado las persianas para que la luz no molestase a Magda—. ¿Te sientes mejor? —le dio la taza de té. Se parecía mucho al señor Kwai. Haan tenía razón.
—Sí —bebió un sorbo de la taza, estaba muy caliente pero tenía un sabor agradable—. Gracias.
—¿De cuánto estás? —Ziyi la examinaba con la mirada, de pie junto a la cama.
—Tres meses y dos semanas —se tocó el vientre para asegurarse de que Lena, o Haan, seguía allí.
—Aun no da patadas —hizo un mohín de desencanto. Le habría gustado sentir a su pequeño sobrino. De pronto, su cara cambió y sonrió amigablemente. Era una mujer muy guapa. No parecía de ningún modo mayor que Haan—. ¿Por qué me miras así? —Ziyi sintió la intensa mirada de Magda sobre ella—: ¿Soy tan fea?
—¡No! —negó rotunda—. No pareces mayor que Haan.
—Tengo dos años más que él. Sólo dos —sostuvo la taza al ver que Magda quería levantarse. Le retiró el revuelto pelo de la cara para poder verla bien—. Y tampoco me parezco mucho a él ¿verdad? Yo no soy totalmente china, él sí. Mi madre era de Vietnam.
—Como Nhu —dejó escapar en forma de murmullo.
—¿Te sientes mejor Magda? —Haan salió del baño con el pelo aún mojado y una toalla en la mano, había oído la voz de Magda. Ella asintió con la mejor de sus sonrisas—. ¿Te das una ducha y nos vamos a cenar? ¿O prefieres un baño? Te lo preparo enseguida.
—Una ducha me vendrá bien —Magda se sentía mucho más descansada. Se metió en el baño.
Haan respiraba más tranquilo, se sentó en la cama junto a Ziyi. Ella le quitó la toalla de las manos y empezó a sacarle el pelo mojado.
—Ziyi... —su voz temblaba. Tenía que decírselo. Era su oportunidad. No era una frase difícil: "Ziyi me muero."
—¿Sí? —su voz sonaba tan alegre... que no pudo continuar.
—¿Te gusta Magda? —fue lo primero que se le ocurrió.
—Me gusta que te haga feliz. Tendréis un niño precioso —Haan se echó a llorar. No pudo contener más las lágrimas. Lloraba porque se sentía incapaz de confesar que se moría. No había podido decírselo a nadie. Ni siquiera a su madre. Sólo Magda lo sabía y se arrepentía de habérselo dicho. Quizás debería haber—... ¿Por qué lloras hermanito? ¿Te sientes mal? —se angustió. Las lágrimas de Haan se hacían inconsolables. Ziyi le abrazó con todas sus fuerzas—: Yo la querré mucho hermanito. Tanto como a una hermana.
Haan dejó de llorar. No quería que Magda le viese llorar. Se secó las lágrimas con el dorso de la mano. No pensaba volver a llorar nunca más. Se levantó de la cama, con la toalla aún sobre sus hombros, se acercó a la ventana y permitió que la luz entrase en la habitación. Aún quedaba sol.
1 comentario:
Cuánta tristeza contenida, cuánta belleza latente, ambas esperan su momento para dar un grito y decir ¡Aquí estoy yo!
Publicar un comentario